Los amonios cuaternarios son compuestos fáciles de usar que pueden inactivar virus y de gran versatilidad y facilidad de uso en la limpieza profesional.
Recientemente la industria ha lanzado formulaciones de “alta generación” con mezclas optimizadas de QAC.
La pandemia de COVID-19 reavivó el interés por los desinfectantes. Entre éstos, los amonios cuaternarios —compuestos catiónicos como el cloruro de benzalconio— destacan por su uso extendido en hospitales, industrias de alimentos y comercios. Atacan bacterias y virus desnaturalizando proteínas y rompiendo membranas celulares.
Son fáciles de usar y poco corrosivos, e incluso pueden inactivar algunos virus no envueltos (rotavirus, norovirus) según su formulación. Cerca del 50 % de los desinfectantes aprobados por la EPA contra el SARS-CoV-2 contienen QACs.
La versatilidad de estos compuestos es notable. En salud se emplean para higienizar superficies, equipos médicos y textiles: la CDC los recomienda en entornos clínicos básicos. Sin embargo, no destruyen las esporas de Clostridioides difficile, por lo que a menudo se combinan con otros biocidas (cloro, peróxido).
En la industria alimentaria se usan para limpiar maquinaria y superficies de procesamiento; se enfatiza enjuagar bien las áreas que tocan alimentos. Estudios recientes alertan de tolerancias crecientes: casi tres cuartas partes de las Salmonella aisladas en mataderos porcinos toleraban estos desinfectantes.
Recientemente la industria ha lanzado formulaciones de “alta generación” con mezclas optimizadas de QAC. Investigaciones muestran que estas versiones modernas son más eficaces que las antiguas y resisten mejor el agua dura. Por ejemplo, en laboratorio los desinfectantes de quinta generación eliminaron gérmenes con mayor eficiencia que las fórmulas de tercera. Estas innovaciones buscan ampliar el espectro microbicida, aunque los QAC siguen sin ser esporicidas.
Los amonios cuaternarios actúan principalmente sobre organismos con membrana: son efectivos contra bacterias Gram-positivas y Gram-negativas, levaduras y virus envueltos. También pueden inactivar algunos virus sin envoltura si la concentración y el tiempo de contacto son adecuados. A bajas dosis su acción es bacteriostática, mientras que a dosis altas resultan microbicidas contra la mayoría de los patógenos habituales.
Sin embargo, su uso masivo plantea preocupaciones ambientales. Estos compuestos persisten: se han detectado en aguas residuales y superficiales a nivel global y se acumulan en lodos y suelos tras aplicaciones agrícolas y pueden ser tóxicos para la biota acuática: en peces y crustáceos se han observado efectos adversos a concentraciones del orden de µg/L.