El moho, un visitante indeseado

La clave para un secado efectivo es disponer de herramientas para una rápida evaporación. El factor clave de la humedad.    Cuando hay algún escape de agua accidental que moja suelos y alfombras se suele poner en marcha un ventilador para secar la superficie, abrir las ventanas o ajustar el sistema de aire acondicionado. Pero tomar sólo este tipo de decisiones puede dar más problemas de los que resuelve. El agua no siempre es un aliado de la vida hogareña o en el ámbito laboral: tuberías que se pinchan, rincones húmedos en veranos muy calientes o suelos que no se secan suficientemente rápido después de haber limpiado. El agua y el moho pueden causar grandes daños a todas las partes de un edificio. Cuando el moho permanece durante demasiado tiempo, la calidad de aire interior se ve severamente comprometida: a más tiempo con altos niveles de humedad, mayores son las posibilidades de que los ocupantes del edificio enfermen. En el caso contrario, a más rapidez en secar el área húmeda, menos peligro existe de que se desarrollen este tipo de problemas. La clave para un secado efectivo es focalizar en la necesidad de crear una rápida evaporación, lo que puede conseguirse a través de la adición de energía al agua y la eliminación del moho. Para ello, hay que controlar tres factores ambientales: humedad (moho en el aire), flujo de aire y temperatura.   No a los ventiladores Un error conceptual común es aumentar el flujo del aire, ya sea a través de ventiladores o del aparato de aire acondicionado. Esto no suele ser suficiente. Lo que se consigue en muchos casos es simplemente remover la humedad en el ambiente. La humedad juega un importante papel. La cantidad de moho en el aire afecta de forma directa la cantidad de moho en las superficies (reducir la humedad en el ambiente crea una ausencia de moho en el aire, lo que facilita la evaporación). Remover el aire provoca que el moho de las superficies pase al aire, donde los deshumidificadores pueden eliminarlo. De hecho, el movimiento de aire agiliza el proceso porque asegura que el aire seco creado por los deshumidificadores va a entrar en contacto continuo con los materiales húmedos. Uno de los factores más olvidados en el secado es la temperatura. Pero hay que tenerlo en cuenta. La ciencia demostró que el calor incrementa la eficacia del secado porque añade energía a las moléculas de agua haciéndolas mover más rápido y cambiando su estado de líquido a vapor.