Las escuelas también se limpian

La limpieza de un instituto educativo no difiere mucho de la de otras dependencias, aunque la mayor parte de quienes ocupen ese lugar serán niños, bebés o adolescentes, personas con defensas no tan desarrolladas, por lo que habrá que extremar las precauciones en las zonas criticas.  Las necesidades de limpieza de cada sector variará en función de su uso y ubicación: entrada o recepción; escaleras o pasillos de acceso; aulas; baños; patio; administración; dirección; sala de profesores; gimnasio y vestuarios; salón de actos; laboratorios; cocina y comedor; etcétera. Las zonas de recreo o entrada son áreas exteriores que no requieren desinfección debido a que están afectadas por agentes externos contaminantes y resultaría absurda esa tarea. Sin embargo, habrá que limpiarlas y, cuando sea posible, con agua y detergentes para evitar que el polvo y hollín se levante del piso ensuciando más el ambiente. En la entrada o recepción, el tratamiento del suelo ha de ser especial, ya que es la zona de mayor tránsito de personas, de manera que requerirá mayor dedicación y la utilización de un producto que no deje el piso resbaladizo con el fin de evitar accidentes. En las aulas habrá papeles, restos de goma de borrar, de tizas, de pegamentos, golosinas y otras tirados. Para limpiar los pizarrones no deberá utilizarse productos abrasivos, lo mejor es usar únicamente un trapo humedecido en agua y un detergente neutro. En líneas generales, los pasos a seguir en las aulas serán: vaciar los cestos; eliminar el polvo de las zonas altas por encima de los hombros; limpiar muebles; prestar especial atención a los elementos que se toquen con las manos: teléfonos, computadoras, manijas de puertas; eliminar el polvo del suelo, y fregar los pisos. La limpieza, entonces, se puede clasificar según la frecuencia de aplicación: primera limpieza: consiste en preparar el lugar al final de obras, lo que permitirá su posterior mantenimiento; mantenimiento diario: utilizar las técnicas rápidas, como barrido, fregado, polvo superficial, y periódica: consiste en tratar parcialmente aspectos puntuales, para obtener un nivel de limpieza compatible con las exigencias de los usuarios. Respecto de la periodicidad, se tendrá una limpieza diaria: ventilar aulas, despachos y demás espacios, barrer la entrada y accesos. vaciado de cestos, limpieza de muebles, limpieza de complementos y máquinas dispensers, repasar y fregar suelos duros, y limpieza de baños. Semanalmente se sacarán telarañas y quitará polvo de las rejillas en el techo con plumero y mango; se limpiarán estantes y paredes hasta una altura alcanzable desde el suelo, con desinfectante si fuera necesario, y quincenalmente, se limpiarán zonas y dependencias de uso no diario, como archivos, sótanos, bibliotecas. Cada mes se quitará el polvo de todos los puntos de altura, que no se puede hacer normalmente en las tareas diarias, desde el suelo usando palos extensibles y plumero; se procederá a fondo con los muebles usando trapos y limpiadores multiusos, y se lavarán los vidrios. Cada tres meses podrá hacerse un repaso profundo de pisos. Se podrán aprovechar las vacaciones para una operación más exhaustiva y enérgica de la totalidad del mobiliario, incluido los bajos y las patas y de persianas y cristales de difícil acceso. Los cuartos de baño y vestuarios serán espacios a los que habá que prestar especial atención, ya que son lugares donde suelen proliferar los gérmenes y bacterias. Además, aunque no todos los centros dispongan de comedor, en los que lo tengan habrá que realizar tareas con cuidado por ser una zona de alto riesgo, conviene utilizar desinfectante bactericida adecuado. En los jardines y guarderías la limpieza tiene que ser exhaustiva. Se deben utilizar detergentes y desinfectantes que no dejen residuos tóxicos. En estos casos, las frecuencias de limpieza se tienen que acortar y limpiar más a menudo todo lo que los chicos tengan a su alcance.