La gestión inadecuada de estos residuos compromete la sostenibilidad de los sistemas de higiene industrial.
La industria de la limpieza e higiene profesional enfrenta un problema silencioso pero de gran impacto: la falta de clasificación y tratamiento adecuado de los residuos textiles. Desde mopas hasta uniformes, la vida útil de estos materiales suele terminar en vertederos sin pasar por ningún tipo de recuperación.
A nivel global, se estima que cada segundo se entierra o quema el equivalente a un camión de basura lleno de textiles, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).
En América Latina, donde el reciclaje textil aún no está sistematizado, los desafíos se multiplican. Brasil, por ejemplo, genera alrededor de 170.000 toneladas de residuos textiles por año solo en São Paulo, de acuerdo con la Associação Brasileira da Indústria Têxtil e de Confecção (ABIT). En la Argentina, el INTI estima que menos del 10% del textil industrial descartado es recuperado o reciclado.
El panorama europeo marca el camino con normativas como la Directiva Marco de Residuos, que exige la recolección textil separada antes de 2025. En América Latina, algunos municipios brasileños como Porto Alegre y Curitiba comenzaron a implementar programas piloto, pero aún faltan normativas nacionales consistentes.
La Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (Onudi) advierte que la industria textil es responsable del 20% de la contaminación mundial del agua y del 10% de las emisiones globales de carbono. Reducir el descarte textil —especialmente en sectores intensivos como el industrial y sanitario— es una estrategia clave para disminuir estos impactos.