Aunque la demanda de envases de vidrio crece en América Latina, el reciclaje enfrenta barreras estructurales y faltan datos confiables.
En América Latina, el mercado del vidrio para envases sigue en expansión y se proyecta un crecimiento sostenido en los próximos años, según un análisis publicado por la consultora Mordor Intelligence. Esa evolución, impulsada por alimentos, bebidas y cosmética, debería acompañarse de sistemas sólidos de recuperación y reciclaje, algo que todavía no ocurre con la escala necesaria.
La región carece de estadísticas consolidadas sobre cuánto vidrio se recupera efectivamente. La mayoría de los países no dispone de registros públicos completos y comparables, un problema que también destaca la plataforma Economía Sustentable al analizar los avances desiguales del reciclaje en distintas ciudades y plantas industriales. Esta falta de información dificulta trazar un diagnóstico riguroso y compromete la planificación de políticas ambientales.
Las iniciativas existentes son fragmentarias. Hay plantas municipales o privadas que procesan envases recuperados, programas aislados de recolección diferenciada y algunas experiencias de retorno. Aunque son iniciativas valiosas, no alcanzan para absorber el volumen total de residuos que genera el consumo regional. Además, persisten barreras como la escasa infraestructura de separación en origen, costos logísticos elevados y un mercado donde la producción de envases nuevos muchas veces resulta más accesible que incorporar material reciclado.
A esta situación, se suma la ausencia de marcos regulatorios integrales que impulsen la trazabilidad, el reciclaje obligatorio o metas progresivas de recuperación. Diversos informes especializados señalan que, sin datos confiables y políticas consistentes, el potencial circular del vidrio —un material reciclable de manera infinita— queda subaprovechado y con un impacto ambiental que podría reducirse de forma sustantiva.
Para avanzar hacia un esquema más sostenible será clave fortalecer la recolección, apoyar tecnológicamente a las plantas de la región y, sobre todo, generar estadísticas robustas que permitan medir avances reales.




