EL FACTOR NARANJA

Un método de reciclaje de baterías barato y apto a nivel industrial podría darse gracias a la aplicación de residuos vegetales.

 

Los investigadores han recurrido a la cáscara de naranja para extraer metales valiosos.


Los vehículos eléctricos podrían ser un paso hacia una movilidad más amigable con el ambiente, sin embargo se cruza con dos cuestiones a la hora de ver si realmente son ecológicos: las fuentes de la energía y la fabricación de las baterías.
Estas últimas, además de los problemas generados por su gran peso y volumen y de que constituyen alrededor de un tercio del precio del vehículo, también se enfrentan al inconveniente de su reciclaje.
Encontrar materiales alternativos a los actuales o reciclarlos serían dos de los enfoques. Hasta ahora se empleaban tratamientos de alta temperatura para reutilizar los metales de las baterías, con el inconveniente de que se generaban gases tóxicos, también el baño de ácido era otra alternativa poco ecológica.
Un grupo de científicos de la Universidad Tecnológica de Nanyang en Singapur está recurriendo a una solución que utiliza restos de fruta para reutilizar los metales de baterías gastadas. Esto tendría la doble ventaja de aprovechar desechos orgánicos y, a la vez, reciclar las baterías.
Los investigadores han recurrido a la cáscara de naranja deshidratada y molida, junto al ácido cítrico, para extraer compuestos como el manganeso, el litio, el cobalto o el níquel con una eficiencia de 90%, similar a los resultados obtenidos con peróxido de hidrógeno, uno de los ácidos empleados más habitualmente en el proceso de reciclaje.
La celulosa de las peladuras de naranja se transforma en azúcares al someterse al calor durante y otros antioxidantes, como los ácidos fenólicos o los flavonoides, contribuyen a optimizar el proceso. Además de barato, el proceso no deja residuos tóxicos.
Muchos de estos proyectos tecnológicos funcionan en un entorno de laboratorio, pero luego no logran el salto a la producción industrial. En este caso, los desarrolladores han creado baterías funcionales a partir de materiales reciclados con capacidad de carga similar a los dispositivos originales.
Ahora andan enfrascados en la optimización del proceso, a fin de mejorar más aún el rendimiento de las baterías recicladas y optimizar su producción a gran escala. Además, están explorando otros residuos vegetales y ver la posibilidad de aplicar este método a baterías de diversos tipos, incluyendo las de litio, hierro y fosfato.

ep