FACHADAS ATRACTIVAS

Mantener las paredes exteriores como el primer día es una tarea que los profesionales pueden encarar para devolver a los edificios su aspecto original.

El paso del tiempo y el uso afectan la buena imagen que ofrece una fachada cuando un edificio está recién levantado y el esfuerzo que los arquitectos pusieron en su diseño para atraer las miradas.
En ese desgaste influyen las adversidades climáticas, la eflorescencia y el moho asociados a la humedad, sobre todo en ciudades de regiones húmedas como las hay –en demasía- en la Argentina. Por eso, es de importancia saber de qué modo limpiar las fachadas para que mantengan, en la medida de lo posible, su aspecto original.
A la hora de limpiar la fachada de un edificio, lo más eficaz es contratar los servicios de una empresa especializada teniendo en cuenta que es una tarea de gran envergadura para la que hay que recurrir a los aparatos adecuados y respetar las medidas de seguridad correspondientes para evitar riesgos como eventuales caídas o inhalación de productos tóxicos.
Para eliminar la eflorescencia, esa especie de espuma seca que aparece en algunas paredes y que es similar a la humedad, lo mejor es limpiar la fachada con agua caliente a presión y demás herramientas profesionales. Se puede utilizar ácido muriático mezclado con agua, frotar con delicadeza y después aclarar con agua limpia. El agua de la lluvia incide sobre los marcos de las ventanas y va arrastrando el polvo y la suciedad depositadas allí, manchando toda la fachada.
Para eliminar el moho hay que aplicar fosfato trisódico y extenderlo en las paredes de la fachada. En el caso del óxido, hay que aplicar cloro sobre la zona, dejar actuar y después aclarar con agua.
Para quitar las pintadas o grafitis hay que usar maquinaria de agua caliente a presión (hidrolavadoras) y productos específicos biodegradables. Después de acabar con la pintada, se aplicará un producto especial de protección en la pared asegurando que no queden rastros de arañazos o pintura.

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